jueves, 18 de diciembre de 2008

Morir o matar



Te sentaste justo al borde del sofá,
como si algo allí te fuera a morder.
Dijiste: "Hay cosas que tenemos que aprender:
yo a mentir, y tú a decirme la verdad;
yo a ser fuerte y tú a mostrar debilidad;
tú a morir y yo a matar".

Y después se hizo el silencio, y el silencio fue a parar
a una especie de pesada y repartida soledad.
Y la soledad dio paso a un terror que hacia el final
nos mostró un mundo del que ninguno quisimos hablar.

Y así eran nuestras noches, y así era nuestro amor:
comenzaba en el silencio, continuaba en el terror,
y otra vez de allí al silencio. Dime, ¿para qué hablar
de lo que pudo haber sido y de lo que jamás será,
tratando de adivinar qué fue eso que hicimos tan mal?;
si, en fin, se trata de morir o de matar.

Así que, si aún andas por aquí,
y alguien vuelve a prometerte amor,
con dinero, encanto y alguna canción,
por favor, prepárate para huir.
Vete lejos y limítate a observar
esta escena tan vulgar:

Conoció a unas cien mujeres y a cincuenta enamoró;
conoció a otros tantos hombres y con tantos se acostó.
Y fundió todo el dinero, y la gente se cansó
de escuchar noche tras noche la misma triste canción.

Y ahora ve que el universo es un lugar vacío y cruel,
cuando no hay nada mayor que su necesidad en él.
Y encendiendo un cigarrillo se comienza a torturar,
y habrá cerca alguien gritándole "¡hágase tu voluntad!",
y él: "la culpa solo en parte es mía y en parte lo es de los demás;
de lo que se trata es de morir o de matar,
de morir o matar".

Fue aquella gitana que nos leyó el porvenir.
Dijo "uno es el asesino y el otro es el que va a morir".
Y salimos de allí,
y me miraste asustada, y el miedo sonó en tu voz:
"antes de que tú me mates prefiero matarme yo".

Y emprendiste así tu huida, y yo corrí a mi habituación,
y mezclé en una cuchara el polvo blanco y el marrón.
Y con la sangre aún resbalando te llamé desde ese hotel:
"por favor, entiende que algo no funciona en mí muy bien".
Y al otro lado te oí llorar, y yo seguí, y no colgué,
y me suplicaste "déjame de una vez,
déjame de una vez".

Y tus párpados cayendo se me antojan guillotinas,
y te observaré durmiendo y me pondré a susurrar:
"Nuestras almas no conocen el reposo, vida mía,
pero, si hay algo que es cierto,
es que te quise un mundo entero
con su belleza y su fealdad.
¿Por qué no puedes aceptar que esto no se trata más
que de morir o de matar,
de morir o matar?".

Moriré, moriré, moriré...
Moriré, moriré, y es lo único que sé.
Moriré, moriré...
Moriré, y cuando lo haga,
al fin ya nada va a impedirme descansar,
y así obtendré la santa paz que en vida no gocé jamás,
pues hasta morir la única opción
siempre es matar,
siempre matar.

Nacho Vegas


Le cambié dos líneas. En lo demás está íntegra.

2 comentarios:

JMG dijo...

[Inserte comentario acorde a la canción]

Besos we.

Guecha dijo...

ay.... mi viiiiiiida!