lunes, 7 de septiembre de 2015

Noche de agosto


Algunas cosas toman otro sentido a través del tiempo: canciones, lugares, películas, incluso piezas de ropa. Todo cambia. Canciones que antes gritabas con desbordada felicidad, ahora las escuchas en silencio con el ceño fruncido y la cabeza baja. Películas que te emocionaban, ahora te hacen llorar irremediablemente. 

Las circunstancias son diferentes.

Estás rodeado de otra gente, de otra ciudad, de una especie de aire enrarecido que no te deja respirar igual que antes.


Y es entonces, sólo entonces, cuando ves que aquello que te llenaba de emoción ahora no le das la menor importancia. No te interesa.


Y quedan dos caminos: añorar que todo vuelva a ser como antes o seguir olvidando y abandonando todo aquello que te llenaba de emociones.


Siempre añorando. Siempre queriendo que vuelva lo que ya pasó. Que todo vuelva a ser como antes. Que no falte nada. Que no falte nadie.


Llegará el momento en el que algo más te emocione. Una nueva canción. Una nueva película. Una nueva ciudad. Gente diferente.


Pero, mientras llega, sigues añorando, disfrutando ese leve sentimiento de dolor en cada canción vieja. Y te limitas a sonreír falsamente.


Y llega un momento en el que te cansas de añorar, de esperar a que todo vuelva a ser como antes. Y quieres mandar todo al diablo.


Extrañar cansa.


Pizarra limpia. Volver a empezar desde cero. Sin conocer nada, sin conocer a nadie. Sin saber a donde vas o qué harás. Sin saber nada.




























"Estoy viendo las estrellas, están muy lejos y su luz tarda mucho en llegarnos. Lo único que vemos de las estrellas son sus viejas fotografías ."
- Jon Osterman



Publicado originalmente en mi Twitter el 31 de agosto de 2015


1 comentario:

Alexander Strauffon dijo...

¿Un reset de todo y todos? Esos llegan a ser útiles.