Las circunstancias son diferentes.
Estás rodeado de otra gente, de otra ciudad, de una especie de aire enrarecido que no te deja respirar igual que antes.
Y es entonces, sólo entonces, cuando ves que aquello que te llenaba de emoción ahora no le das la menor importancia. No te interesa.
Y quedan dos caminos: añorar que todo vuelva a ser como antes o seguir olvidando y abandonando todo aquello que te llenaba de emociones.
Siempre añorando. Siempre queriendo que vuelva lo que ya pasó. Que todo vuelva a ser como antes. Que no falte nada. Que no falte nadie.
Llegará el momento en el que algo más te emocione. Una nueva canción. Una nueva película. Una nueva ciudad. Gente diferente.
Pero, mientras llega, sigues añorando, disfrutando ese leve sentimiento de dolor en cada canción vieja. Y te limitas a sonreír falsamente.
Y llega un momento en el que te cansas de añorar, de esperar a que todo vuelva a ser como antes. Y quieres mandar todo al diablo.
Extrañar cansa.
Pizarra limpia. Volver a empezar desde cero. Sin conocer nada, sin conocer a nadie. Sin saber a donde vas o qué harás. Sin saber nada.
"Estoy viendo las estrellas, están muy lejos y su luz
tarda mucho en llegarnos. Lo único que vemos de las estrellas son sus
viejas fotografías ."
- Jon Osterman
Publicado originalmente en mi Twitter el 31 de agosto de
2015
1 comentario:
¿Un reset de todo y todos? Esos llegan a ser útiles.
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