viernes, 24 de julio de 2015

Década

“And then one day you find 
ten years have got behind you, 
no one told you when to run,
 you missed the starting gun…” 

–Pink Floyd, “Time”


Este año 2015 se cumple una década de varios eventos en la vida de Vuestro Humilde Narrador. Y es que el número 10 es importante, siempre y en muchas formas.

Corría el año 2005. El mundo era diferente. Internet era diferente. Yo era diferente.

No existía Facebook, ni Twitter. YouTube era incipiente. Los blogs empezaban a estar de moda. Todavía nos comunicábamos por MSN Messenger. ¿Smartphones? Nah. Lo más cercano a un teléfono inteligente era la serie W de Sony-Ericsson, la cual tenía algunas decenas de megabytes disponibles para almacenar unas cuantas canciones. El iPod era el rey de la música móvil. Los celulares como el “Chocolate” o el clásico Motorola de flip-lid. Los juegos de Java.

En junio de 2005 mi abuelo paterno murió. Un gran médico, chapado a la antigua, con un carácter muy fuerte y una presencia que imponía. Murió en su propio consultorio, en su casa, con su familia. Fue un golpe muy duro para mi padre, y no puedo negar que lo fue para mí también. Pero fue el pretexto para que mi padre pudiera convivir con sus medios hermanos, poder conocer a su familia.

Un mes después, en junio de 2005, se llevaba a cabo la ceremonia de fin de cursos en la Vocacional 10. Se terminaba una etapa hermosa de mi vida, que me dejó muchas enseñanzas, algunos buenos amigos y una relación amorosa muy intensa con una chica maravillosa, que al día de hoy es muy buena amiga mía, madre de 2 niños. Con ella viví muchos buenos momentos durante mi estancia en la preparatoria, eramos un buen equipo de trabajo, y nuestra relación llegó a ser bastante seria, pues su familia me conocía y mi familia la conocía, incluso hicimos nuestro servicio social juntos, aunque por ser tan jóvenes e inexpertos, tuvimos demasiados problemas que terminaron por deteriorar la relación al punto de dejarnos de hablar por casi 4 años. Por fortuna, tuvimos la madurez de limar asperezas y volvernos a ver, y hasta el día de hoy mantenemos una buena amistad.

En julio, mi familia y yo tomábamos rumbo a Estados Unidos. Era la primera vez que yo viajaría al país vecino, y me llené de mucha emoción y de ilusiones. Era una emoción indescriptible, después de que familiares y amigos viajaran y me contaran las maravillas que vivieron (o viven) allá. No olvidaré que nos detuvo un ranger en Texas por ir a “exceso de velocidad” y que estuvimos a punto de morir (no es broma) en Arkansas por la llanta de un tráiler. Conocer Estados Unidos por carretera es una experiencia inigualable, maravillosa e inolvidable. La gente, los lugares, los paisajes, la comida. Todo, absolutamente todo, valió la pena.

En agosto, y recién llegado de EUA, veo con alegría los resultados del examen de admisión al IPN, y que me quedé en la opción que quería: ESIME Culhuacán. En los siguientes días me inscribo y empieza una de las etapas más… ehm… complicadas, quizá, de mi vida: la universidad.

Mucho que contar de ese mes de agosto. Recuerdo que el primer día de clases yo estaba de anti-social (como todavía) y una chica me quiso hacer plática. Yo estaba sentado en el suelo afuera del salón, con mis audífonos puestos y con Rammstein a todo volumen. En realidad hice muy pocos amigos en esa etapa. 

Quizás me faltó ser menos introvertido.

También recuerdo que la maestra de Humanidades I nos pidió que hiciéramos una proyección a futuro, de cómo nos veíamos en 10 años. En aquel entonces yo me veía viviendo en Estados Unidos, con un trabajo bien remunerado y estable y con una familia formada. De esa proyección cumplí las primeras dos partes en 2011, la tercera, sigue en standby por tiempo indefinido. Sigo considerando insensato procrear.

Sucedieron muchas cosas en el ámbito emocional. Tuve la “emoción” de estar engañando a mi entonces novia con una chica de mi salón (de lo cual no me siento orgulloso, aclaro). Creo que eso debió ser una especie de “señal” para lo que vendría después con esa chica. Terminamos siendo novios y tuvimos la relación más difícil que haya vivido, aunque no puedo negar que hubieron muchos buenos momentos, muchas buenas pláticas, muchas buenas escapadas y muchas buenas acciones. No me arrepiento de nada.

Y así es como el 2015 marca el décimo aniversario de esos eventos de mi vida, siempre es bueno saber de dónde viene uno, para saber a dónde se dirige.

Han pasado 10 años, en los cuales ha habido pérdidas, momentos felices, viajes, lágrimas…

Pero sobre todo, aprendizaje.



Esperen el próximo post de remembranza, por ahí del 2025.
































Y mientras, lléguenle.