miércoles, 18 de diciembre de 2013

Herídas abiertas

"Canto por que me levanto
siempre con las mismas penas
con las heridas abiertas
que siguen sin cicatrizar..."




El pasado mes de junio, en un momento de nostalgia, decidí llamarle a mi ex novia de ESIME. Era su cumpleaños.

Se sorprendió de escucharme, por momentos noté como su voz temblaba de nervios. Sinceramente yo también estaba nervioso, pensaba que el simple hecho de llamarle sería totalmente ofensivo y que me mandaría al diablo a la primera de cambio, pero no fue así.

Platicamos mucho, de nuestros trabajos, de nuestras familias, un poco de todo.

Decidimos vernos en dias subsecuentes. Fuimos por un café al Centro Histórico (el clásico "Te invito un café") y platicamos un poco más.

La verdad es que hice un esfuerzo sobrehumano para ocultar mis nervios, ya que nos volveríamos a ver después de casi 3 años de no saber nada uno del otro.

Cuando la vi, el mundo se detuvo por unos segundos. La ví caminar hacia donde yo estaba. No supe que hacer. Cuando reaccioné, trate de no hacerle notar que mis nervios me estaban dominando.

Caminamos sobre la calle de Madero, y no pude evitar pensar en cuántas otras ocasiones habíamos caminado por ésa misma calle. 

Ella iba con una chamarra de piel negra que hacía resaltar su figura, con un pantalón de mezclilla muy ajustado con el cual era difícil dejar de verle por detrás. Empezaron a pasar por mi mente recuerdos del muy buen sexo que tuvimos.

Cuando estabamos por despedirnos, nos besamos en varias ocasiones y... no pasó nada. Simplemente la chica de la que me enamoré hacía 8 años ya no estaba ahí. Sentí como si alguien me la hubiera robado y hubiera dejado sólo un maniquí en su lugar, sin emociones, sin esa pasión que sentía al sentir sus labios con los míos... 

Cuánta razón tenía.

"I'm a fool to want you
to seek a kiss not mine alone
to share a kiss the devil has known..."



Después de eso, empezaron las pláticas por Gtalk, WhatsApp y por teléfono (muy pocas). 

Un día platicando por WhatsApp me dijo que regresáramos. Que volviéramos a ser novios.

Me sorprendió la propuesta, y con cierta incredulidad pregunté el por qué.

"¿Por qué no?", preguntó.

Y es que en realidad no tenía nada que perder...

O eso creí.

Acepté la propuesta con una sola condición: que buscáramos un departamento para vivir juntos de inmediato.

La propuesta fue aceptada con muchos titubeos. Me llené de emoción (error) y en los siguientes días me dediqué a buscar el departamento perfecto. Le mandaba enlaces con fotos y ubicaciones de varios departamentos que encontraba, y empecé a notar la falta de emoción de su lado.

Fuimos juntos al concierto de Kashmir. Hubo varios momentos en el que las canciones me atrapaban con mis pensamientos y me quedaba ahí, de pie. Ella lo tomó como que la ignoraba (igual que antes).

Pero decidí hacerle sentir que mi emoción era real, tan real como que estabamos ella y yo ahí, en ése concierto, en ése preciso instante, en un evento cuya probabilidad era casi nula que sucediera: estabamos juntos de nuevo.

La abracé fuerte, sin decirle nada. La besé, sin decirle nada. La miré a los ojos sin decirle nada. Y con ésas acciones, pensaba que le había dicho todo lo que tenía acumulado, que era de ella y para ella, durante esos casi 3 años de ausencia. "Aquí estoy" le dije con mi abrazo. "Aquí estamos", le dije con un beso. "Aquí quiero estar", le dije con la mirada.

Pero tal parece que el mensaje nunca llegó.

Volvimos a vernos. Quise lucirme (como quizás nunca antes lo había hecho con ella) invitándola a cenar a un restaurante de comida rusa. Estaba cerrado. Supongo que debí tomar eso como una premonición.

Decidimos ir a comer sushi. Ahí en el restaurante, le dije que tenía muchas dudas, algo que para mí era natural, después de casi 3 años de ausencia y de la nada decirme "Hey, volvamos a ser pareja" no era algo que pudiera tomar tan a la ligera, menos conociendo nuestra historia.

Ella no pudo entender el por qué de mis dudas, de mis preguntas, de mis interrogantes e incredulidades.

Cuando al fin le hice notar su falta de emoción y completa evasión del tema, supe que ya estaba saliendo con alguien más.

"Cambié de opinión."

Ésa fue su respuesta cuando le pregunté el por qué.

¿Y que hago con mi emoción? ¿Qué hago con esa ilusión de querer volver con alguien a quien amé con una intensidad que nunca he vuelto a repetir? ¿Qué hago con mis ganas de querer hacerlo bien? ¿Qué hago con mis sentimientos que estaba entregando, una vez más?

Tuve que meterlo todo a la trituradora, después a una licuadora y finalmente a un molino de piedra. Hacerlo todo trizas, polvo y mil pedazos.

Creo que no me merecía un desencuentro así.

Lo peor del asunto es que ella ya le dice "Te amo" a su novio.

Una frase tan mancillada en estos días...

Una vez más, confié. Una vez más, creí. Una vez más, tomé una mala decisión en un momento muy tenso de mi vida. Una vez más, entregué todo a alguien sin pensar en las consecuencias.

Una vez más, como gato herido, tengo que irme a mi rincón a lamerme las heridas. A solas. Heridas que seguían abiertas desde hace casi 3 años. Heridas que aún no terminaban de sanar.

Debí hacerle caso a la máxima que he usado estos años y me ha mantenido de pie:

"Never compromise. Even in the face of the Armageddon."

Pero decidí dar un salto al vacío... 





Es curioso. Nos habíamos dejado de hablar en Noviembre de 2011.





Nuestra última plática fue los últimos días de Noviembre de 2013












"No vuelvo por donde vine
nunca miro hacia atrás..."

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