jueves, 8 de octubre de 2015

Carmen



Si mi memoria no me falla, la conocí en mi cumpleaños en octubre del 2002. Me la presentaron como la prima de mi entonces mejor amiga. No veía mucho parecido en ellas, una de cabello oscuro, ojos negros y medio inmadura, la otra de cabello rubio, ojos color miel y muy tímida.

No voy a negar que me gustó desde ese momento, pero en ese entonces ella estaba en la secundaria, y yo ya iba por el tercer semestre de la preparatoria y tenía novia.

Por alguna razón no la volví a ver después de esa fiesta. Sabía de ella a través de Messenger pero no teníamos mucho contacto.

El tiempo pasó, yo ya estaba en el punto más álgido de mi relación con una compañera de la Universidad, cuando una noche estando con un amigo en mi casa, otro amigo pero de la preparatoria me llamó:

- Que onda, estás en tu casa?

- Si, aquí ando

- Vamos por unas chelas.

- Va, me late, de hecho eso estaba viendo con Andrés, a ver si vamos a chelear.

- Oye pero voy con una amiga, no hay bronca?

- No, para nada, tráetela.


Cuando llegó Arturo, ella se escondía atrás de él. No la reconocí de primera vista.

- Hola

- Hola! Qué milagro?

- Eh… si.

- Me da gusto verte.

- …


Fueron las pocas palabras que de primera mano cruzamos. Después, los cuatro (Andrés, Arturo, Carmen y yo) nos fuimos a un barecito relativamente cercano a casa. Estando ahí, Carmen comenzó a ser un poco más platicadora conmigo. Nos pasamos prácticamente todo ese rato platicando entre una y otra cerveza. Compartimos nuestros números de teléfono y quedamos en volvernos a ver, pero solo nosotros.

Una semana después más o menos, nos vimos en una pequeña plaza. No recuerdo mucho qué hicimos, sólo sé que terminamos en una banca platicando de lo que hacíamos cada quien en su cada cual. Reíamos mucho y me sentía muy a gusto. Ella me pidió, así de la nada, que cerrara los ojos.

Me dio un beso rápido.

Me reí. Pensé que era broma, pero después en tono más serio me dijo que yo le gustaba y que quería ver la posibilidad de que fueramos novios.

Creo que ha sido la primera (y única) vez que una chica se me ha propuesto.

Acepté, aún a sabiendas de los problemas sin resolver con mi “pareja” de la Universidad. Me emocioné mucho y en ese momento, nos besamos sin pensarlo mucho.

Nuestra relación fue muy bonita. Tenía mucho de no disfrutar algo así con una chica. Ella es dos años más joven que yo, por lo que ella estaba a punto de entrar a la Universidad cuando yo ya estaba en el cuarto semestre. Ella entró a la UAM a estudiar ingeniería biogenética y estaba muy ilusionada.

Cuando podía, iba a mi escuela por mí, y nos íbamos juntos a alguna plaza, al cine, a comer o a mi casa.

Pasábamos buenos ratos. Nunca tuvimos una sola pelea, y los pocos disgustos que tuvimos, los resolvimos platicando calmadamente. Eso era algo nuevo para mí, que venía de una relación destructiva en la que una sola de las partes quería hablar las cosas y la otra… bueno, la otra mejor no mencionarla.

Pero todo esto sucedió en un lapso de tiempo en mi vida en el que hubo mucho caos y confusión, y en el que también fui un patán de lo peor. En ese tiempo tuve algo que ver con tres chicas a la vez, siendo Carmen una de ellas.

Recuerdo perfectamente que fue en abril del 2008 cuando la cité en el lugar de siempre. Ella llegó emocionada, podía ver claramente en sus hermosos ojos color miel que lo que sentía por mí era autentico. Empecé a sentirme fatal.

Le dije que quería terminar la relación, que estaba en un momento difícil de mi vida, tanto escolar como familiar y personal y no quería que ella se viera afectada.

En parte era cierto. En parte era que le di demasiadas esperanzas a algo que no estaba destinado a ser, con la chica de la Universidad.

Me tenía tomado de las dos manos, bajó la mirada y suspiró.

Vi como escurrían por sus mejillas un par de lágrimas. Pero no sollozaba.

- Está bien, si así lo deseas, no hay problema.

La abracé.

En ese momento me sentí la basura más miserable, el gusano más asqueroso del mundo. Del universo.

Me pidió que no la buscara por un tiempo, a lo cual no tuve opción más que acceder.

Pasaron un par de meses y ella me llamó. Quería que nos viéramos. Quería que volviéramos.

Lo intentamos pero no funcionó. Se había perdido esa magia que nos enamoró. Nos alejamos.

Pasó el tiempo y yo ya estaba en mi actual trabajo cuando supe de ella.

Había sido mamá de una niña.

Me sorprendí y me molesté a la vez. En algún momento entre el 2010 y el 2011 me planteé volverla a contactar y ver si tenía alguna posibilidad de volver con ella. Después de lo que me comentó Arturo, sentí que había perdido algo.

En diciembre del 2012 nos volvimos a contactar. Primero por correo y después por teléfono. Durante una llamada me contó que había tenido a su segunda hija.

- No manches Carmen pero, ¿por qué tan rápido? Si nosotros siempre nos cuidamos.

- Ya sé. Lo que me digas, tienes razón.

- No te voy a regañar, supongo que si sucedió es porque así lo quisiste.

- La verdad no sé si quería, pero pues ya aquí estoy.

Nos vimos en enero del 2013. Fuimos a la misma plaza donde nos hicimos novios. Ella iba con sus dos hijas, la mayor de 2 años y la bebé de meses. Platicamos un rato, le invité una Cajita Feliz a su hija más grande y me dejó cargar a la bebé, aunque en un rato empezó a llorar. Carmen había llevado al baño a su otra niña, y no atiné a hacer otra cosa más que cantarle “Take you on a cruise” a la bebé. Se calmó.

- ¿Todo bien?

- Si, nada más que se puso a llorar un poquito, supongo que sintió raro que no eras tu.

- ¿En serio? ¿Y ya dejó de llorar?

- Pues si…

- Nunca hace eso, siempre llora hasta que la vuelvo a cargar.

- Je…


En algún momento de la vida he dicho que nunca me arrepiento de las cosas que hago o de las decisiones que he tomado. Sin embargo, muchas veces me cuestiono el por qué terminé con Carmen por algo que yo ya sabía que no iba a funcionar, con alguien a quien a la fecha le tengo cierta aversión y que prefiero mantener lejos.

Quizás hubiéramos durado poco. O tal vez todavía seríamos pareja. Otra posibilidad es que nos hayamos aburrido y hubiéramos terminado tiempo después.

De los recuerdos que tengo fue su cumpleaños. Fuimos a un bar en el que la banda que tocaba me conocía y les pedí que me dejaran dedicarle una canción. Canté “Mar adentro” de Héroes del Silencio. Ella quedó fascinada y me llevé una buena ovación. Esa noche dormimos en mi casa, sólo eso. Me sentía muy a gusto con ella. Me sentía muy felíz.

Conservo una fotografía tamaño infantil que me regaló. Sólo tenía una fotografía donde salíamos juntos, pero se perdió en un teléfono celular que se descompuso y no la pude rescatar.

Me pregunto si fue una buena decisión o si dejé pasar una gran oportunidad en mi vida.





















"En la vida hay tres cosas que no vuelven atrás:
 la flecha lanzada,
 la palabra pronunciada
 y la oportunidad perdida."

- Anónimo



3 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Esa respuesta es algo que nunca sabrás. El tiempo no vuelve para resolver nuestras dudas.


Un abrazo tempranero.

Armando dijo...

Segundo.

Alexander Strauffon dijo...

Qué intenso. Pues sí, diría que fue dejar pasar una gran oportunidad, de la que obviamente no sabrás cómo habría sido. Pero no te sientas mal, nos ha sucedido a otros.